jueves, 11 de abril de 2013

Edmundo Gavassa y la historia equis de Bucaramanga.


 Vida y muerte de los teatros y cines en Bucaramanga.

Con la construcción del Coliseo Peralta, se crearían en Bucaramanga nuevos espacios culturales para la sociedad bumanguesa.  Cada uno de estos Cambiarían el entorno urbanístico de la cuidad, ampliando sus horizontes hacia espacios que dejarían en el olvido las antiguas edificaciones que sirvieron como puntos de encuentros culturales a la sociedad bumanguesa.

Dichas edificaciones fueron puntos de encuentros sociales, verbenas, bailes, sesiones solemnes de los colegios y hasta con una pista de hielo, como ocurrió en el Coliseo Peralta el cual junto al teatro Santander se convertirían en los únicos patrimonios culturales que hoy la cuidad trata de conservar. 

Después de la construcción del Coliseo Peralta,  entraron a principios y a mediados del siglo XX con la llegada de la cinematografía, cinemas que proyectaban películas de diferentes géneros. El cine mexicano haría parte de la cultura bumanguesa, la construcción del teatro Colombia reuniría a las personas de clases bajas que no sabían leer y observaron al cine mexicano como una representación cultural común. 

Hacia 1924 se construiría le teatro Garnica, dicho teatro sufriría a lo largo de su historia cualquier  tipo de transformaciones. Inicio como plaza de toros, después fue transformado en un ring de boxeo para convertirse finalmente en un teatro que presentaba cualquier tipo de espectáculos, como la presentacion de la rumbera y actriz cubana Maria Antonieta Pons.

A su paso hacia los años 40s y los años 50s, en los espacios urbanisticos de la cuidad aparecerian los teatros Libertador, Unión, Rosedal y  Sotomayor. El cine se convertiria en el foco de atraccion de estos teatros, que empezarian su declive con la llegada del betamax y VHS. Se vive el ahora, si uno se queda en el tiempo, se pierde y queda en el olvido.[1] 

Estos teatros dejaron de ser el foco de muchas familias que veian mas ameno quedarse en casa en familia y no salir al centro de la cuidad. El centro visto como un espacio cultural se configuró y se convirtió en foco de delincuencia y estos teatros también. La proyección de cine erótico y porno mas adelante   concentraría otro tipo de espectador, el de la doble vida. Muchos homosexuales encontraron en estos espacios una forma de liberal sus pasiones privadas.

Siempre se han conocido las zonas de tolerancia que existieron en la cuidad en la 61 y la cuarta, pero se han ignorado las casas de citas que reunían a políticos y empresarios de la cuidad. Juego de cartas, billar, jugar parques y “conocer niñas buenas”. 



[1] Entrevista hecha a Edmundo Gavassa. 

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